jueves, 28 de julio de 2016

Michael Jordan, el jugador de mayor impacto de todos los tiempos.


¿Qué hace que un atleta se convierta en el más importante de todos los tiempos? Sus logros personales, sus logros de equipo, y el impacto que tuvo para la NBA y la generación que tocó conmover.

Nunca en la historia del deporte un jugador tuvo más impacto que Michael Jordan en Chicago Bulls. El genio de North Carolina fue heredero de una época de leyenda en la que Larry Bird y Magic Johnson eran insignia. Y fue el símbolo de la explosión de la NBA como producto globalizado y expansivo: no sólo se trataba de lo que pasaba en el propio lugar sino de lo que se desparramaba a lo largo y ancho del mundo a través de la televisión satelital.

Jordan fue, quizás, el único superhéroe de carne y hueso que jamás defraudó dentro de una cancha de básquetbol. "Ven a volar conmigo", rezaba su slogan. Sus piernas de elástico, combinadas con una mente obtusa, de hierro, y una personalidad avasallante, hacían del mito una realidad inexpugnable. Explicar a Jordan es explicar la esencia maravillosa del básquetbol: en un juego en el que las grandes cosas se resuelven en el final, su Majestad se divirtió a lo largo de su carrera desactivando bombas en el último segundo para llevar a su equipo a la salvación. Esa capacidad de cortar el cable a tiempo y salir sin un rasguño lo convirtió en una estrella de Hollywood inigualable. Jordan fue siempre cinematográfico: le darás el balón y todo estará bien. Ya verás. El genio festeja y saluda una vez más. La alegría, de nuevo entre nosotros.

Ganó un título de NCAA en 1982 en el que anotó los últimos tiros para llevarse el campeonato. Ganó dos oros olímpicos (1984, 1992). Fue elegido tercero en el Draft de NBA de 1984 por detrás de Hakeem Olajuwon y Sam Bowie. Anotó cuatro veces sesenta puntos en su carrera. Ganó cinco MVP's (1988, 1991, 1992, 1996, 1998). Ganó seis títulos de NBA (1991, 1992, 1993, 1996, 1997, 1998). Lideró la NBA en anotación en siete temporadas consecutivas (récord NBA). Lideró a UNC a el Elite 8 en la temporada 1982-83. Fue elegido al equipo defensivo de la NBA en nueve oportunidades. Fue lider en anotación en 10 temporadas (récord NBA).

Jordan fue dominante porque pudo ganar sin un centro estrella en sus filas. En una época en la que los hombres grandes eran fundamentales para conseguir títulos, MJ logró romper con la barrera de la estatura y llevó a los Bulls de Phil Jackson a conseguir campeonatos múltiples sin centímetros de calidad de respaldo. Scottie Pippen, Horace Grant, Dennis Rodman, John Paxson, B.J. Armstrong, Ron Harper, Toni Kukoc, Steve Kerr. Grandes compañeros, pero ninguno un centro de peso. Esto es lo que Jordan hacía, de manera repetitiva, que deslumbraba: completaba historias imposibles de creer y lo hacía por televisión. La leyenda se contaba con la ilusión de Sherezade narrando para el Sultán. Todas las noches, en las manos de MJ, fueron la primera noche. Y así, la magia fue posible.

Llegó al equipo ideal de la NBA 11 veces, incluyendo 10 veces en el primer equipo. Una vez usó la camiseta numero #12 contra el Magic el 14 de febrero de 1990 porque alguien robó su camiseta #23. Llegó a la postemporada 13 veces y ganó seis títulos. Fue elegido a 14 All-Star Game en su carrera. Jugó 15 temporadas (13 con Bulls, dos con Wizards). Anotó 16 puntos en la final NCAA de 1982 en la que anotó el tiro ganador. Su máximo de asistencias en un partido fue 17, el 24/3/1989 ante Portland. Jugó sólo 18 partidos en su segunda temporada tras romperse un pie. Jordan retorna a la NBA como un ejecutivo con Wizards el 19 de enero de 2000. Anota un tiro de 20 pies contra Bryon Russell del Jazz el 6 de abril de 1998 para ganar las Finales de NBA.

La carrera de Jordan fue bella porque tuvo siempre un condimento de drama. Su retiro prematuro de la Liga en 1993, su lapsus en las ligas menores de béisbol con Birmingham Barons y Scottsdale Scorpions, su camiseta colgada y su legendario "I'm back" de 1995 cuando anunció su regreso a las canchas, lo transformaron en una leyenda viva del deporte. El mundo supo lo que era perderlo y lo que significaba volver a encontrarlo. Su segundo retiro y su regreso con otra camiseta también fue impacto, alegría, adrenalina y emoción. La clave del retiro de Jordan fue haberlo hecho después de ganar: nadie dudaba de que era el mejor, pero la pregunta era si había encontrado lo necesario para volver y ser dominante. La respuesta, tiempo después, la conocimos: sí, nada de lo que alguna vez tuvo se había perdido en su ausencia. El mago podía hacer el truco las veces que hiciese falta.

Jordan promedió un récord de Finales de 41.0 puntos por juego para Bulls, en el triunfo en el sexto partido ante Suns (20 de junio de 1993) para ganar el campeonato. Jordan y Barkley anotaron 42 puntos cada uno en el Juego 2 de las Finales de 1993, primera vez que dos oponentes anotan 40 o más en un juego. Convirtió 43 puntos con 40 años y cuatro días, lo máximo en su momento para un jugador de esa edad en la historia de la NBA. Tuvo 44 puntos en el Juego 5 (7 de mayo de 1989) que finalizó en un triunfo de último segundo ante los Cavaliers, con Craig Ehlo como víctima. Utilizó el número #45 en su regreso a los Bulls antes de reutilizar el #23. A los 46 años fue inducido al Salón de la Fama. A los 47 años se convirtió en el primer ex jugador en tener participación mayoritaria en un equipo NBA al comprar los Bobcats. Nunca jugó partidos de serie regular de 48 minutos completos. Lanzó 49.7% de cancha en su carrera NBA y convirtió 49 puntos exactamente en diez oportunidades en su carrera. Jugó 50 minutos el 28 de marzo de 1990 en Cleveland, convirtiendo 69 puntos y tomando 18 rebotes.

Existen jugadores que trascendieron su época y lograron imponerse en la mente de los fanáticos de manera notable. El juego ha sufrido muchas modificaciones a lo largo de la historia y toda generación tuvo sus referentes. Sólo por nombrar algunos podríamos recaer en Bill Russell y Wilt Chamberlain en los '60, Julius Erving y Kareem Abdul-Jabbar en los '70, Magic Johnson y Larry Bird en los '80. Michael Jordan, sin embargo, superó todo lo anterior. Fue ícono inigualable de una generación que absorbió su talento, lo imitó y se entregó a sus encantos dentro y fuera de la cancha. Sus logros se expandieron por el mundo y sus camisetas fueron las primeras en demandarse a los gritos con fiebre de fanático a cuestas. El marketing deportivo tuvo en MJ su nacimiento y explosión con un atleta insólito que cumplía lo que prometía sin errores ni fisuras.

La sensación de éxtasis nunca encontró un pico más alto. El atleta de más impacto de la historia del básquetbol tiene nombre, apellido y un legado brillante que lo respalda.

El molde, después de Michael Jordan, se rompió para siempre.